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2007
(287)
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March
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- Cinder, la chimpancé calva
- Cinder, the naked chimpanzee
- Vuelos transpolares: el atajo del Ártico
- Transpolar flights, a shortcut through the Arctic
- Surfing urbano
- Urban surfing
- Puertas de entrada a la ficción
- La verdad sobre los monos astronautas
- The true story about space monkeys
- Zelig vive!
- Carreras de caballos en la playa
- Horse racing on the beach
- Limpieza del gran Buda de Nara (Japón)
- Cleaning of the Great Buddha of Nara (Japan)
- Cementerio de camiones gigantes
- Centralia, la boca del infierno
- Centralia, the mouth of Hell
- El misterio de los tiburones martillo
- The mystery of the Hammerhead sharks
- Pororoca: la gran ola del Amazonas
- Pororoca: surfing the Amazon
- El vuelo de Magee
- The man who survived a 22,000 foot fall
- El pulpo fantasma
- El ojo de Gabo
- La Reina de las Águilas
- The Eagle Lady
- Daytona beach, la "cuna de la velocidad"
- Daytona beach, "the birthplace of speed"
- Parhelios, luces en el cielo
- Sun dogs, lights in the sky
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La primera vez que miramos a Cinder nos produce un escalofrío. Su aspecto es el de una mona vieja y sabia, un animal demasiado humano como para estar mirándonos desde el otro la de la jaula. Cinder perdió todo el pelo cuando tenía siete meses de edad, primero en las extremidades inferiores, después de todo el cuerpo. Los veterinarios realizaron múltiples pruebas hasta comprobar que se trataba de un caso de alopecia areata, una enfermedad que también afecta a los humanos. Cinder es una joven chimpancé del zoo de Saint Louis. A pesar de su aspecto avejentado, solo tiene 13 años. Cuando nació, el 9 de agosto de 1994, tenía todo el pelo, pero en apenas 7 meses pasó convertirse en un simio desnudo y extraño. (Seguir leyendo) (English) La alopecia areata es una enfermedad autoimmune de la piel que provoca la caída total o parcial del pelo del cuerpo. Actualmente la enfermedad afecta a un 1,7 por ciento de la población humana; solo en los Estados Unidos hay 4,7 millones de personas afectadas. Cuando se trata de una pérdida total del pelo, como en el caso de Cinder, pasa a denominarse alopecia universalis.
Tal vez lo que nos asusta de Cinder es el descubrimiento de debajo del chimpancé estamos nosotros mismos, rasgos del mono que fuimos o que todavía estamos siendo. Observando a Cinder se diría que el ser humano no es más que un viejo mono aquejado de alopecia universalis.
Curiosamente, después de todos estos años esta ausencia de pelo no ha afectado lo más mínimo a Cinder en sus relaciones sociales; el resto de monos la ha tratado siempre como una más a pesar de sus diferencias. Durante años ha jugado, peleado y convivido con los demás como uno más del grupo. Algo que con toda seguridad no habría sucedido en una comunidad humana.
Más info In English: Cinder, the naked chimpanzee
Cinder is a hairless chimpanzee living at St Louis zoo (US). She looks like an old wise monkey, but she's actually 13 years old. When she was born, August 1994, she had a beautiful, full coat of hair, but she began to loose her hair after some months. A year later, Cinder was completely bald. During the first months of life Cinder was treated with all kind of medications, but in the end nothing helped. Cinder was diagnosed with alopecia areata,which is also a human disease. Alopecia areata “is a highly unpredictable, autoimmune skin disease resulting in the loss of hair on the scalp and elsewhere on the body". This common but very challenging and capricious disease affects approximately 1.7 percent of the population overall, including more than 4.7 million people in the United States alone” according to the National Alopecia Areata Foundation. When there is a total loss of hair, as in the case of Cinder, the condition is referred to as alopecia universalis. According to the zoo, Cinder is otherwise a normal, healthy chimpanzee and, unlike humans, is not faced with the psychological and social challenges the disease presents. Cinder has never been treated differently by her parents or foster siblings, as beauty is in the eyes of the beholder and hair is not essential quality in the eyes of chimpanzees. More info
En los últimos diez años, algunas compañías aéreas han comenzado a utilizar rutas comerciales a través del Polo Norte como alternativa para ahorrar tiempo y combustible. La medida comenzó a estudiarse en la década de los 90, una vez que Rusia decidió abrir sus fronteras y los aviones pudieron cruzar su espacio aéreo. Hoy día los vuelos a través del círculo Polar Ártico salvan distancias de más de 15.000 kilómetros y permiten ahorrar hasta cuatro horas de vuelo en algunos recorridos. Sin embargo, lo cierto es que existen una serie de riesgos bien definidos tanto para la seguridad del avión como para la salud de sus ocupantes. A través de la nocheA pesar de los avances técnicos, volar sobre el océano ártico sigue planteando algunos retos. Según explica Leo Brooks, veterano piloto de la Continental Airlines, los aviones sobrevuelan la zona a unos 12.000 metros de altitud y pasan a una distancia de unas 100 millas a la derecha o a la izquierda del Polo Norte geográfico. Una vez en el cielo del Polo Norte, el avión entra una especie de zona de oscuridad, donde no hay control de tráfico aéreo ni sistemas de radar convencionales. Si el avión cayera o tuviera un problema técnico en este lugar estaría demasiado lejos de cualquier lugar habitado y la ayuda podría tardar horas en llegar. (Seguir leyendo) (English) Además, durante el viaje transpolar, los pilotos utilizan el antiguo sistema de radio-posicionamiento para mantener el rumbo del avión y siguen una trayectoria milimétricamente computerizada. Otro de los peligros, según Brooks, es el de la congelación del combustible. Para ello, los aparatos cuentan con un sofisticado sistema de alarma que en caso de detectar que el fuel empieza a solidificarse, obliga al piloto a alterar la ruta y dirigirse a altitudes menos frías.
Actualmente, la United Airlines - la compañía líder en este tipo de vuelos entre EEUU y Asia – realiza hasta 1.500 vuelos transpolares al año. Le siguen otras como la Continental Airlines (796), y Air Canada (515) y algunas compañías asiáticas como Air China o Singapore Airlines. Por esta nueva ruta, un trayecto como el de New York a Honk Kong permite ahorrar hasta cinco horas de viaje. Otro recorrido, como el de Toronto- Pekín, se cubre en cuatro horas menos que por las vías tradicionales.
Niveles preocupantes de radiación
Pero este ahorro de tiempo y dinero para las compañías tiene otra contrapartida sobre la salud de los viajeros. Según algunos estudios, los pasajeros y la tripulación de los vuelos transpolares están expuestos a niveles de radiación cósmica y solar inusualmente altos. El físico estadounidense Robert Barish asegura que el nivel de radiación recibido por cada uno de estos viajes equivale al de tres radiografías, una cantidad muy por encima del umbral aconsejado por la directiva europea y otras regulaciones internacionales.
Según los expertos, el motivo por el que estas radiaciones son especialmente altas en estos vuelos está en la atracción magnética que las regiones polares ejercen sobre las partículas procedentes del espacio. Además, el alarmante adelgazamiento de la atmósfera en ambos polos contribuye a agravar el efecto.
Estas dosis de radiación ya son especialmente altas en los vuelos convencionales. De hecho, determinados tipos de cáncer son estadísticamente más frecuentes en pilotos y azafatas que entre el personal de tierra. Y algunas compañías europeas han adoptado como política la permanencia en tierra de sus empleadas embarazadas.
De momento, las compañías con vuelos transpolares no informan a los pasajeros de este tipo de riesgos pero afirman que toman medidas como la medición constante de las radiaciones solares. Algunas empresas como la Continental o la United Airlines han empezado a desviar los aviones por zonas menos expuestas a la radiación, y cada vez son más los pilotos y expertos que exigen que se tomen medidas sobre el tema.
Más: 1, 2, 3, 4, 5, 6 / In English: Transpolar flights: a shortcut through the Artic
In the last ten years, commercial airlines are flying north of the Arctic Circle in a growing number of new routes between North America and Asian cities. These new cross-polar routes provide an attractive shortcut to Asia, which saves some hundreds of millions on fuel and time. Since 1993, when Russia agreed to open its territory, flight times have been cut by more than four hours in some of these routes, but actually there are several important risks that every passenger should know. Across the nigthFlying over the North Pole is still a kind of adventure. According to Leo Brooks, an international senior captain for Continental Airlines, airplanes travel at an altitude of 31,000 to 39,000 feet and they generally fly 100 miles to the left or right of the North Pole. Right over the Artic, there is no traditional air traffic control and no radar. Air traffic control uses traditional radio position reports, a relatively old fashioned method, to keep track of the aircraft. If the airplane crashed or had any problem at this moment, it would be too far away from any inhabited area. Because of the extended flight duration and the prevalence of very cold air masses on the polar routes, the potential exists for fuel temperatures to approach the freezing point. However, current airplane systems and operating procedures provide confidence that fuel will continue to flow unobstructed to the engines. Computer alarms go off if the fuel starts solidifying and, in that case, the pilots fly to a warmer altitude and alter the route. Currently, United Airlines, with 1500 flights a year, is the leader in transpolar flights between America and Asia. The next closest passenger airline in terms of polar flyovers is Continental Airlines (796), folllowed by Air Canada (515) and some Asian airlines as Air China or Singapore Airlines. Thanks to these new airways, transport officials estimate that New York to Honk Kong takes five hours less than conventional routes, and Toronto to Beijing provides a four hours saving. Radiation riskOn the other hand, recent studies show that passengers and crew members flying on transpolar routes are exposed to unusually high levels of cosmic and solar radiation. According to Robert Barish, a New York health physicist who recently spoke to the International Herald Tribune, the dosage received during each flight along the transpolar route is equivalent to three chest X-rays and may be significantly increased by solar flare radiation. Heavy doses of radiation can cause damage to a developing fetus, provoke cancer or produce genetic mutations in human egg and sperm cells. This higher exposure on polar flights is due to the magnetic attraction that the polar region exerts on charged radioactive particles from space. Besides, the fact that atmosphere is getting thinner at the polar regions doesn't make the problem better. Under normal conditions, any air travel involves greater exposure to cosmic and solar radiation than staying on the ground. The U.S. FAA recommends that airlines inform their flight crews of the risks. On declaration of pregnancy, a crew member must immediately switch to low-exposure flights, and some European airlines go further and ground expectant mothers until after maternity leave. So far, the airlines flying the North Pole route say they do not inform passengers of the increased cosmic radiation risks. At the same time, scientists and airline employees unions, have expressed concern about this risks an think the airlines should inform pregnant passengers and frequent fliers about the high radiation associated with these routes. More info and sources: 1, 2, 3, 4, 5, 6
Una mañana cualquiera, el paseante de Munich puede encontrarse con la siguiente escena en pleno centro de la ciudad:
No se trata de una alucinación, ni de un montaje publicitario. El vídeo está grabado en el centro de Munich, sobre uno de los puentes que cruza el río Eisbach a su paso por el 'Jardín Inglés'. (Seguir leyendo) (English) La tradición de surfear en este lugar se remonta al año 1972, año en que algunos surferos locales decidieron que la playa quedaba demasiado lejos.
La ola se forma de manera natural al chocar el agua contra las rocas del río. Los surferos acuden aquí durante todo el año, aunque como bien indica el nombre del río (Eisbach, río de hielo) es conveniente hacerlo con un traje de neopreno. Como veréis en las imágenes, los aficionados se turnan para ir subiendo de uno en uno a la ola hasta que caen al agua y se sube el siguiente.
Hoy día, surfear sobre el río Eisbach se ha convertido en una auténtica tradición. Cada año se celebra una gran competición en otro lugar de la ciudad, en el Floßlände, a la que acuden surfistas de todo el mundo a realizar sus acrobacias.
Aunque es raro que sucedan accidentes, esta práctica no deja de entrañar cierto peligro. El agua adquiere bastante velocidad al salir del puente y la roca se encuentra a solo 40 centímetros bajo la superficie, con lo que un mal cálculo puede resultar fatal.
Y por supuesto, los carteles de advertencia dispuestos en la zona (Prohibido surfear y bañarse) surten bastante poco efecto a la hora de parar a los surfistas.
Más: 1, 2, 3, 4 / In English: Urban surfing
Ver también: Pororoca la gran ola del amazonas
Any day of the week, a person who walked by the city of Munich, could easily find this scene:
It is not a fake or a joke. The video is recorded in the heart of the city, at the River Eisbach, hundreds of kilometers away from the next coast line. The history of surfing in Munich goes back into the year 1972, when a small group of surfers found this natural and standing riverwave. The location is at the Eisbach, which translates to 'ice river', just inside the Englischer Garten in Munich. The standing wave can be surfed the whole year, but the water is always very cold. Well known and internationally recognized surfers started their careers in Munich. Techniques and manovers were adapted from surfing in the sea and tricks like aerials, 360s and floaters are common on the riverwave. Nowadays, surfing is a very popular sport in Munich and they celebrate an international festival, the Munich Surf Open, which takes place in the natural wave of the river "Floßlände". Famous names in riversurfing come for the festival every year. Talking again about the Eisbach spot, the river flows out of a tunnel under the city. And surfers must be careful, as the rock is only about 40cm below the surface. Curiously, the surfing is not allowed at the Eisbach and the sign you can see in the picture reads: surfing and bathing is forbidden. But it seems quite difficult to forbid anything when people is having such a great time. More info and sources: 1, 2, 3, 4 / See also: Pororoca: surfing the Amazon
La ficción es un lugar con puertas y ventanas, un inmenso tragadero por el que se van filtrando nuestras vidas. A nuestro alrededor, sin que nosotros lo advirtamos, existe una red de resquicios por los que lo ficticio se va a adueñando de lo vivo, pequeños agujeros por los que se cuela la realidad como en la madriguera de un conejo que llega tarde a su cita. Este tipo de conexiones tienden a multiplicarse ante la cercanía del novelista. Los que lo han vivido sienten la presencia del escritor como la de un agujero negro, una fuerza que nos va desposeyendo de gestos, vivencias y expresiones... Seguir leyendo en la Guía para Perplejos
Entre 1948 y 1970 un total de 32 monos fueron entrenados y lanzados al espacio exterior para asegurar el camino del hombre a las estrellas. La mayoría de ellos, pequeños macacos a los que nadie recuerda, murieron por asfixia, por colisión de la nave o por un fallo del paracaídas. Otros, los que no tuvieron la oportunidad de salir al espacio, fueron sometidos a terribles pruebas físicas durante años y olvidados posteriormente por las autoridades. Hoy día, algunos de aquellos veteranos sobreviven milagrosamente en un centro de recuperación de Florida. Ésta es su historia: (Seguir leyendo) (English)A finales de los años 50, la fuerza aérea de Estados Unidos ordenó capturar más de un centenar de chimpancés en África para su programa espacial. Alrededor de 65 de ellos fueron enviados a la base aérea de Holloman, en Nuevo México, donde fueron sometidos a todo tipo de pruebas.
Los tests incluían la introducción de los chimpancés en una centrifugadora gigante, donde se les sometía a varios G de fuerza, o en cámaras de descompresión donde se medía el tiempo que aguantaban sin perder el conocimiento. Pero lo más terrible eran las cápsulas de eyección en las que se introducía a los chimpancés a manera de crash test dummies. La cápsula era lanzada a unos 500 kilómetros por hora y se frenaba en seco, de manera que el cerebro del chimpancé chocaba contra el cráneo y moría en el acto. Ninguno de aquellos chimpancés sobrevivió a las pruebas.
A lo largo de 1961, los chimpancés Ham y Enos fueron enviados al espacio y se convirtieron en auténticos héroes nacionales. Hasta alcanzar aquel momento de gloria, decenas de monos habían sido lanzados, catapultados y torturados en el desierto de Nuevo México. Meses después, una vez consolidada la carrera espacial, la USAF llegó a la conclusión de que aquellos monos ya no eran útiles y debían deshacerse de ellos.
A partir de 1970 algunos ejemplares siguieron utilizándose en pruebas para la investigación aeroespacial, pero la mayoría fueron vendidos a laboratorios para la investigación biomédica, donde fueron utilizados para experimentar con enfermedades como el Sida o la hepatitis.
La mayoría de los monos fueron sometidos a todo tipo de experimentos, incluyendo contagios biológicos y operaciones. Muchos vivieron durante décadas en pequeñas cajas y, los que no murieron, terminaron deprimidos o seriamente enfermos.
En los años 90, la doctora Carole Noon se interesó por el estado de los simios y emprendió una batalla legal para conseguir su custodia. Así, terminó por crear la fundación “Save the Chimps”, donde en principio consiguió recoger hasta 21 de aquellos chimpancés entrenados por las Fuerzas Aéreas. Más adelante, en 2002, se hizo cargo de otros 266 chimpancés de la Fundación Coulston de investigación biomédica.
Actualmente, muchos de aquellos chimpancés veteranos han encontrado refugio en este centro de Florida. La mayoría supera los 50 años de edad. Disponen de un gimnasio y de todas las facilidades para olvidar su vida anterior. Según la doctora Noon, después de décadas de emular a los humanos, “están aprendiendo de nuevo a comportarse como chimpancés”. Pero, pese a su retiro de última hora, lo más probable es que jamás sean capaces de olvidar aquella pesadilla de la era espacial.
Más: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 / In English: The true story about space monkeys
Between 1948 and 1970, upto 32 monkeys were trained and sent to space in order to investigate the biological effects of space travel. Most of them, litlle rhesus and squirrel monkeys, died of suffocation, collision or a failure of the parachute. Another group, the monkeys wich never travelled to space, were injured or killed in tests conducted by the U.S. Air Force (USAF) as part of the Air & Space Research program. Some of those veterans survived and live today in a Florida Refuge. This is the story: The military’s relationship with the chimps began in the 1950s, when the U.S. Air Force collected more than 100 chimpanzees from Africa. More than 65 of them were shipped to Holloman Air Force Base in New Mexico to undergo tests on the effects of space flight. The chimps were exposed to adverse conditions in order to make space travel possible. The tests included spinning the chimps in a giant centrifuge, exposing them to powerful G-Forces, and measuring how long it took one of the animals to lose consciousness in a decompression chamber. Strapped into small capsules, they were spun, jettisoned, and catapulted on track courses. During those years some of the monkeys were literally used as crash test dummies. According to some sources, some of the capsules were designed to accelerate to speeds of 400 miles per hour before coming to an abrupt halt. A sudden stop at such high speeds caused the chimpanzee’s brain to literally smash against the skull, resulting in massive trauma and death. In 1961, three months before Alan B. Shepard became the first U.S. astronaut to travel in space, an American chimpanzee named Ham rocketed beyond the earth’s atmosphere in a Mercury capsule. Ten months later, another chimp, named Enos, successfully orbited the earth. But once America made it to space, the chimps were no longer of any use, so the Air Force began leasing its chimp colony to medical laboratories. Since 1970, more than a hundred of the chimps were awarded to the Couston Foundation, a toxicology lab in New Mexico that used chimps in AIDS and hepatitis experiments. The chimps were poked, injected with diseases and operated. Many lived for several decades in small cages, and most of them became sick and depressed. Fortunately, Dr. Carole Noon thought that the captive chimps deserve better and sued the Air Force for custody, with the help of some important primatologists. After a year-long court battle, Noon gained permanent custody of 21 chimps, survivors of the "chimpanaut" program, and founded “ Save the Chimps”. Since 1997, the vision of Save the Chimps was - and remains - to create a Sanctuary where rescued chimpanzees can live out their lives without the threat of ever returning to a laboratory. These chimpanzees, who once had the "right stuff" for the space program, are now free to live out their lives in a more natural, peaceful environment. However- and that's for sure - they will never be able to forget the nightmare of those Space years. More info and sources: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
La inolvidable película “ Zelig”, rodada en 1983 por Woody Allen a la manera de desternillante y falso documental, relataba la vida de un personaje que veía transformada su personalidad y rasgos físicos hasta convertirse en un clon de quienes pasaban junto a él. Un equipo de psicólogos italianos acaba de descubrir el caso de un paciente de 65 años cuyas características recuerdan asombrosamente al camaleón humano descrito en la ficción. El paciente, que responde a las iniciales A.D., sufrió algunos daños en el lóbulo fronto-temporal a raíz de un ataque cardíaco y desde entonces experimenta acusadas variaciones de identidad en función del ambiente en que se mueve. Como el personaje de Zelig, si está entre médicos, el paciente asume el rol de médico; si se encuentra entre psicólogos, al cabo de unos minutos se muestra convencido de ser un psicólogo, y, si se halla entre abogados, habla como un miembro más de la profesión. Y lo más sorprendente es que actúa con absoluta naturalidad y cuenta historias creíbles sobre cómo llegó a ser médico, psicólogo o abogado. (Seguir leyendo)Para llegar más lejos en su investigación, la doctora Giovannina Conchiglia y sus colegas contrataron actores para plantear situaciones en diferentes escenarios. En un bar, uno de los actores pidió a A.D. que le sirviera un cóctel y el paciente se vio empujado inconscientemente a ejercer el rol de camarero, asegurando que estaba contratado por dos semanas de prueba. Trasladado a la cocina del hospital, el paciente asumió, al cabo de 40 minutos, que era el jefe de cocina y que debía preparar menús especiales para pacientes diabéticos.
Generalmente, el paciente mantiene los roles hasta que le asalta una nueva situación. Sin embargo, no adoptó el papel de trabajador de lavandería cuando le trasladaron hasta uno de estos lugares; los expertos suponen que tal vez se deba a que su antigua profesión tenía muy poco que ver con este rol: era político (¡!).
El problema de A.D., según los expertos, es una forma de desinhibición, pero se distingue de otros conocidos síndromes como el de “comportamiento de utilización” en el que los pacientes no pueden evitar coger y utilizar todos los objetos que encuentran a su alrededor. Además, su tendencia al cambio de roles se ve incrementada por los cuadros de amnesia y anosognosia que presenta.
“A.D. – concluyen los investigadores – parece haber perdido la capacidad de mantener su propia identidad de manera constante y se adapta excesivamente a las variaciones del contexto social. De esta forma altera su propia personalidad y trata de adoptar el rol que el entorno propone”.
Este post es una traducción con algunas adaptaciones de esta entrada del blog de la British Psycological Society (via reddit)
Desde hace 162 años se viene celebrando en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) una de las carreras de caballos más espectaculares del mundo. La particularidad de esta carrera es que se celebra en plena playa y que los caballos corren al ras del agua. Fotógrafos de todas partes del planeta acuden cada mes de agosto hasta este rincón de Cádiz para inmortalizar la carrera, con resultados verdaderamente apabullantes. El origen de la carrera se remonta a 1845, cuando se realizó la primera competición reglamentada, con normas de aptitud, peso y velocidad. Sin embargo, el auténtico origen parece estar en las competiciones espontáneas que organizaban los jinetes encargados del transporte de pescado a los mercados de la zona. (Seguir leyendo) (English) Desde entonces, cada mes de agosto los organizadores consultan el cuadro de mareas y organizan dos ciclos de carreras en los períodos de bajamar. La playa tiene más de dos kilómetros de arena fina, lo que la convierte en una excelente pista para los caballos.
En el año 1981 se le dio un nuevo impulso a la competición y la carrera fue declarada acontecimiento “de interés turístico internacional”. Los caballos son montados por jinetes no profesionales, aunque tienen un gran prestigio internacional. Los grandes premios son donados por empresas patrocinadoras e instituciones locales.
Otras carreras en la playa
La tradición de las carreras en la playa está extendida por otros lugares del mundo. En Irlanda se celebra desde hace años la carrera de Galway, aunque la más conocida es la de Laytown, una espectacular competición de la que aquí podéis ver algunas fotos. Se dice que éstas carreras fueron organizadas por primera vez por un párroco en 1876.
Curiosamente, los irlandeses reclaman para sí el honor de ser la única carrera de este tipo en Europa, olvidándose de Sanlúcar. Os dejo un vídeo de Laytown, y el último, que es de una carrera en una playa de Nueva Zelanda.
Más: 1, 2, 3, 4 y 5 / In English: Horse racing on the beach
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